jueves, 21 de enero de 2010

Naturaleza... Especificidad.

Naturaleza: especificidad.

Tratamos mal la naturaleza…, y no sólo físicamente…, no dejamos de hacerlo ni siquiera de una manera conceptual…, y es ya no es que no sea  buena…, no…, es mala…, catastróficamente mala.
Una prueba más del error en el que nos hallamos…, pues en verdad no se da catástrofe natural alguna. Las catástrofes naturales no pasan así de ser una bobada humana más.
Lo probaremos:
Si aconteciese un terremoto en la Antártida no se le ocurriría a nadie denominarlo como catástrofe natural…, y si ocurriese en Marte…, tampoco…, y si estuviese ocurriendo en este instante en un millón de planetas de nuestro universo conocido…, tampoco.
Y es que a nadie se le podría ocurrir llamar a la erupciones solares…, catástrofe natural.
Y qué de un tsunami imperceptible en tierra…
De bobadas así se desprende esa mala naturaleza…, más…, a nuestras peores intenciones las denominamos naturaleza mala. Como si naturaleza alguna pudiese ser buena o mala.
Todas las catástrofes…, todas…, y sin excepción…, son humanas. Si el hombre/mujer se sitúa en medio de la naturaleza…, lo mínimo que debe hacer es conocerla…, pues no se da especie que no sepa de ella.
Y el hombre…, en sus prisas y falsa seguridad…, se empeña en dolerse y con ello dolerla. Y es sólo desde su mal hacer por lo que la condena. No…, no se condena él…, le exigiría aprender…, como a cualquier otra especie…, no…, la condena…, y su estupidez se mantiene intacta. Todo…, todo se mueve…, menos él…, menos hombre/mujer…, y por aparte…, sólo por parte de parte de parte…, carga a una naturaleza que desconoce con pena.
Si no se entiende como naturaleza…, cómo podría llegar a verla.

Gonzalo Conde Escuredo Naturaleza 60.jpg

Es tan así que yo ya no insisto en lo cursos…, los doy…, y sólo vuelvo para certificarlos.
Un ejemplo: no volveré a tocar el terremoto de Haití salvo para recordar que la reconstrucción de lo derruido debe hacerse desde la naturaleza…, y esto vale para todo espacio humanizado de esta tierra.
Tormentas…, con sus desbordamientos o riadas…, volcanes…, terremotos…, tsunamis…, son cursos naturales…, cursos que se vienen impartiendo desde millones de años antes de la aparición de un homínido sobre esta Tierra.
Nada…, insisto…, y sólo para patentarlo…, nada se le enseña a la naturaleza…, pues sólo de ella aprendes…, o no…, pues toda naturaleza…, de por sí…, va probada. Y ciñéndonos a un justo período de prueba podemos concluir que es lo único probado que se da en este universo o cualquier otro que se pueda dar.
Lo que sí cabe probar es nuestra naturaleza…, que intermitentemente deja de ser curso para dormitar en bobada. Su obligación…, su más natural obligación…, es no dejar de cursar jamás…, como por otra parte hace toda naturaleza. Pues no sé de ninguna que se detenga.
Pero antes de probarla…, hay que aceptarla. Pues sólo bajo hecho se puede probar. Sería entonces fácil probar que lo peor de nuestra naturaleza reside precisamente en nuestro inútil intento de huida de ella…., como si pudiésemos escapar de nosotros mismos…, o alcanzar un fin fuera de ella.
En el par…, en nuestro par natural…, sería muy difícil de hallar e interpretar el más mínimo fenómeno natural como mal. Ni uno.
Breve y común: el foco está puesto mal…, en vez de alumbrar la naturaleza…, nos ciega…, y como una luz puesta en los ojos…, sin desvelarse nos desvela.

De Gonzalo.